Hola, diario. Ayer me morí de ternura. Pablo inventó un juego buenísimo, que me encanta. El dice todo el tiempo: “Te agarro, te agarro, te agarro”. Y hace como que me va a correr. El departamento no es muy grande, pero yo doy vueltas desesperado por todos lodos, inclusive en los balcones. ¡Me da una desesperación! En un momento dejo que me agarre y me tiro panza arriba y ahí hacemos como que luchamos. Yo le pongo cara de asesino serial, pero sería incapaz de hacerle algo. A veces corremos tanto que me tengo que ir al inodoro a tomar un trago de agua. Pablo odia eso, pero bueno, es lo más práctico. Bueno, pero decía que me morí de ternura porque, después de uno de esos juegos de “te agarro, te agarro”, se quedó haciéndome mimos y, cuando le di la pata para saludarlo, así en modo fraterno, puso una cara de boludooooooo… “¡Ahhhhhhhhhhhh!”, exclamó. ¡Lo emocionó que le de la pata! ¿Vos lo podés creer? Y me seguía diciendo: “A ver la patita”. Y yo le daba con el gusto. “¡Muy bien!”, me dice. Y lo vuelve a hacer a cada rato y le encanta. No sabés… te morís de ternura al verlo. Eso me encanta también de los seres humanos, que los podés hacer felices con cosas tan básicas y sencillas nuestras. Cualquiera sabe dar la patita. Hasta un pequinés creo que lo podría hacer.
Otra. Cuando me dice de ir a la calle o a la plaza, me agarra una alegría que no puedo parar de saltar. Juego a que lo alcanzo y le doy lengüetazos en la cara. ¿Podés creer que también le encanta? Y yo me pregunto: si él se está muriendo de ganas de hacer pis o caca y alguien le dice, vamos al baño… ¿No saltaría de alegría y le daría besos a ese alguien?
Se conmueve con esas cosas sencillas y a mí me me parece muy tierno. Hace que cada día lo quiera más.
Ah… te cuento que le volví a hacer el truquito de la cama. Sin que se de cuenta, pum, a la madrugada me subo y duermo tranquilo. A la mañana ya se despierta resignado. Me parece que gané esa.
Hasta mañana.
PD: Todavía no ladré. No quiero causar mala impresión. Creo que piensa que soy mudo. Ay… lo adoro.
Otra. Cuando me dice de ir a la calle o a la plaza, me agarra una alegría que no puedo parar de saltar. Juego a que lo alcanzo y le doy lengüetazos en la cara. ¿Podés creer que también le encanta? Y yo me pregunto: si él se está muriendo de ganas de hacer pis o caca y alguien le dice, vamos al baño… ¿No saltaría de alegría y le daría besos a ese alguien?
Se conmueve con esas cosas sencillas y a mí me me parece muy tierno. Hace que cada día lo quiera más.
Ah… te cuento que le volví a hacer el truquito de la cama. Sin que se de cuenta, pum, a la madrugada me subo y duermo tranquilo. A la mañana ya se despierta resignado. Me parece que gané esa.
Hasta mañana.
PD: Todavía no ladré. No quiero causar mala impresión. Creo que piensa que soy mudo. Ay… lo adoro.
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