UNA VIDA SIN UN PERRO, ES UN ERROR

"LA GRANDEZA DE UNA NACIÓN Y SU PROGRESO MORAL PUEDE SER JUZGADO POR LA FORMA EN QUE SUS ANIMALES SON TRATADOS."
Mahatma Gandhi

NO USES PIROTECNIA

NO USES PIROTECNIA
Por favor, no usen pirotecnia. Los "cuetes" nos asustan, nos hacen mucho mal a nuestros oídos, nos desorientan y son la causa de que muchos perros y gatos se pierdan entre diciembre y febrero. Lo mismo les ocurre a otros animales, como las aves. Pensá en nosotros y en los múltiples problemas que pueden causar los fuegos artificiales. NO USES PIROTECNIA. Gracias. PD: Ah... Ponele chapita con número de teléfono a tu perro. Para esta época hay muchos perros perdidos a causa de la pirotecnia, por favor, si ves alguno no sigas de largo, ayudalo a encontrar a su familia.

lunes, 16 de noviembre de 2009

La plaza

Hola, diario. Los otros días, Pablo me llevó a pasear a una plaza. ¡Cómo nos divertimos! Jugamos a un juego divertidísimo. Él busca un palito consistente y lo arroja bien lejos. Apenas lo hace, yo salgo corriendo, como una ráfaga, hasta que lo atrapo, y se lo devuelvo. Así me puedo pasar horas. A veces, cuando le llevo el palito con los dientes, hago como que no se lo quiero devolver y tironeamos, hasta que nos caemos al pasto. Yo gruño y hago como que lo voy a deshacer a pedazos. ¡Cómo nos cagamos de risa! Después estuve corriendo en círculos con otros perros, hasta que uno peludo y roñoso me hizo calentar. Se hacía el mandón, herguía el pechito y me empujaba con las patas delanteras. ¡Pero, por favor! ¡Cancherito saparrastroso! ¿Sabés todo lo que tenés que hacer para hacerte el macho Alfa conmigo? Le gruñí un par de veces y dije: "No juego más". Lo lamenté por un par de pequinesas que eran macanudas, pero me fui.
Después nos sentamos a descansar en unos escalones que te llevaban a una mole de cemento que, arriba, tenía a un tipo de traje, todo duro, que no se movía y era humillado por cuatro palomas que se posaban sobre sus hombros y su cabeza. Cuando Pablo se dio cuenta de que lo miraba con compasión, me aclaró que a eso le llaman estatua. Jamás quisiera que me hagan una estatua cuando me muera. ¿Para qué? ¿Para que unas palomas hediondas me hagan caca encima?
Eso me dio una idea. A lo lejos vi a una señora que le daba de comer a un grupo de unas veinte o treinta palomas. Fijé la mirada y dije: "Esto es por el honor de ese hombre duro, estatua, humillado por las palomas". Emprendí carrera, como un rayo, y les pegué un susto que no se olvidarán más en su vida. Volaron y nos llenaron de plumas y piojos. La señora me dijo algunas cosas feas, pero no me importó. Igual, como las palomas son voraces, regresaron cuando vieron que yo me había alejado. Di cuarenta pasos (en realidad diez, pero tengo cuatro patas), giré y rápidamente emprendí de nuevo contra ellas, que volaron enseguida. La señora volvió a gritarme y Pablo, obvio, disparó su ametralladora de "no, no, no, no, no". Yo me cagué de risa. ¡Si no iba a hacerles nada!
Me eché meaditas por casi todos los árboles y no me subí a los juegos infantiles porque había un cartel que prohibía la entrada a los perros. Creo que siempre voy a querer volver a la plaza. Es para los perros lo que el bar es para los humanos porteños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario