Hola, diario. Ayer fuimos a comprar un nuevo colchón. Me sentí culpable. Pablo no pagó con esos papelitos que entrega siempre, sino con una tarjeta de plástico duro. Eso me hace intuir que mi travesura salió cara. La cosa es que fuimos con su amigo Christian (el rubiecito simpático que me rasca la panza) a buscarlo. Me encantó la caminata. Iban ellos dos cargando el colchón, sudados, y yo controlando todo a su lado. Estuvo buenísimo porque todo el mundo nos miraba. Y me encanta que me miren... para qué negarlo.
El colchón es más duro que el otro y está hecho con distintos materiales. No creo que sea fácil de romper. Igual, ni pensarlo. Pablo me dejó probarlo.
A la noche, dormimos tan plácidamente sobre la cama nueva y con el soplido de ese monstruo extraño al que le llaman ventilador.
Moraleja: no hay que romper el lugar donde se reposa, por más bronca que tengas.
MAIL RECIBIDO: Gargiulo Lucas Matias 27 ene
ResponderEliminarEs maravilloso lo que haces…
Que emociones fuertes puede generar un perro… QUE LO PARIO!
GRACIAS DE CORAZON!!