UNA VIDA SIN UN PERRO, ES UN ERROR

"LA GRANDEZA DE UNA NACIÓN Y SU PROGRESO MORAL PUEDE SER JUZGADO POR LA FORMA EN QUE SUS ANIMALES SON TRATADOS."
Mahatma Gandhi

NO USES PIROTECNIA

NO USES PIROTECNIA
Por favor, no usen pirotecnia. Los "cuetes" nos asustan, nos hacen mucho mal a nuestros oídos, nos desorientan y son la causa de que muchos perros y gatos se pierdan entre diciembre y febrero. Lo mismo les ocurre a otros animales, como las aves. Pensá en nosotros y en los múltiples problemas que pueden causar los fuegos artificiales. NO USES PIROTECNIA. Gracias. PD: Ah... Ponele chapita con número de teléfono a tu perro. Para esta época hay muchos perros perdidos a causa de la pirotecnia, por favor, si ves alguno no sigas de largo, ayudalo a encontrar a su familia.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Vejez


Hola, diario. Ayer supuse que Pablo tardaría en regresar porque Raúl vino temprano a hacerme compañía. Lo quiero mucho a Raúl. Tenemos una relación muy especial. No es de hablar mucho, pero cuando abre la boca, además de bostezar como un hipopótamo, charla. Porque una cosa es hablar y otra cosa es conversar. Raúl conversa conmigo. Te confieso que más de la mitad de lo que me dice no lo entiendo. Pero yo lo observo fijo e inclino un poco mi cabeza para poder escuchar atentamente con mi oído izquierdo. Eso le hace creer que entiendo absolutamente todo. Es interesante su reacción porque no me considera un perro, sino una persona. Y ya te comenté que cada vez me lo creo más eso. Raúl es especial. Ayer me dediqué mucho a observarlo y a pensar en él, a imaginar cómo fue su vida. Debe tener unos 18 años más o menos porque se le cayeron los pelos y los que conserva, son blancos. Me llama mucho la atención de que todavía tenga la boca llena de dientes, algo raro ahí debe haber. Me puse a pensar en cuando yo sea viejo como él y me abrumaron todas las imágenes.
Siempre invito a Raúl a que nos tiremos al piso a luchar, como hacemos con Pablo. Pero nunca quiso. Él sólo te acaricia la cabeza. Me di cuenta de que no se tira al piso porque apenas se puede agachar. Creo que le duelen un poco los huesos. Ayer le señalé con el hocico mi alimento balanceado, para que coma un poco. Sé que eso hace bien a los huesos y supongo que también debe ayudarte a que no te quedes pelado. Pero no quiso. Prefiere comer pan.
Cuando salimos a pasear, también lo invito a correr un poco, pero no puede. Me dice: "¡Dejate de joder, Francisco!". Creo que significa que no puede. Es que tiene un andar pesado. Ya me acostumbré a su ritmo.
Pero te digo una cosa, diario: Raúl es más debilucho porque tiene mucha vida encima. Yo me quedaría muchas horas al día charlando con él porque han pasado demasiados episodios por sus narices. Es mucho lo que puede contar. Es muchísimo lo que debe haber aprendido y supongo que habrá cumplido incontables sueños. Tiempo tuvo.
A veces miramos televisión con Raúl. Pero me doy cuenta de que no presta atención. E imagino que, tal vez, esté viajando en el tiempo y barajando edades con la habilidad del que cree haber aprendido todas las jugadas. Ojalá Raúl viva, por lo menos, hasta los 25. No quisiera que se vaya de este mundo. Voy a insistir con mi idea de que coma alimento balanceado conmigo.
En el reino animal, como en el humano, no se suele respetar a los viejos. En nuestras jaurías, manadas, bandadas... el viejo queda rezagado, a merced del peligro. Es el que se sacrifica, es la presa. ¡Qué injusticia! Si todos vivimos gracias a ellos. Si son ellos los que nos forman y nos hacen. Qué soberbios somos los más jóvenes, a veces. Y no sabemos que en nuestro apuro permanente, en algún momento nos hace una zancadilla la edad.
La vejez es fea porque te quita fuerzas y resquebraja tu salud, pero debe ser tan lindo tener tantas respuestas... Creo que se necesitan años para responder a todas las preguntas que uno se hace sin cesar. Sólo por tener esas respuestas, me reconforta pensarme viejo. Sólo que no quisiera quedarme pelado como Raúl.
En MAPA tuve un amigo viejo, al que siempre recuerdo. Se llamaba Rocky. Era un perro alto, flaco y rubio, con el pelo muy corto. Tenía un problema en su cadera y arrastraba su cuarto trasero. Lo había atropellado un colectivo y quedó así. Siempre conversábamos y, cuando él se sentía la pelusa del piso, me acercaba a lamerle la cabeza y esa herida enorme en su cadera. A veces lo recuerdo y lo extraño un poco. Fue uno de mis pocos amigos perros.
Siempre voy a venerar a los viejos. Te quiero, Raúl.

No hay comentarios:

Publicar un comentario