UNA VIDA SIN UN PERRO, ES UN ERROR

"LA GRANDEZA DE UNA NACIÓN Y SU PROGRESO MORAL PUEDE SER JUZGADO POR LA FORMA EN QUE SUS ANIMALES SON TRATADOS."
Mahatma Gandhi

NO USES PIROTECNIA

NO USES PIROTECNIA
Por favor, no usen pirotecnia. Los "cuetes" nos asustan, nos hacen mucho mal a nuestros oídos, nos desorientan y son la causa de que muchos perros y gatos se pierdan entre diciembre y febrero. Lo mismo les ocurre a otros animales, como las aves. Pensá en nosotros y en los múltiples problemas que pueden causar los fuegos artificiales. NO USES PIROTECNIA. Gracias. PD: Ah... Ponele chapita con número de teléfono a tu perro. Para esta época hay muchos perros perdidos a causa de la pirotecnia, por favor, si ves alguno no sigas de largo, ayudalo a encontrar a su familia.

domingo, 27 de junio de 2010

Perro sociable


Hola, diario. Anoche estuvimos de joda*. Pablo organizó en casa una de sus típicas reuniones con su jauría de amigos. Desde el comienzo lo pasé bien. Viste que a mí me encanta recibir gente en casa. Estuvo mi amigo Christian, que me dice Pancho y me da pedacitos de lo que come; Gabriel, que siempre me abraza; Laurita, que me habla cosas de filosofía y se pone feliz porque cree que la entiendo; Margarita, nuestra ex vecina de la otra casa que ahora es nuestra amiga; Marcelita, la chica con la que Pablo vino por primera vez a MAPA a verme, que está de novia con un muchacho altísimo que habla en otro idioma; y muchos otros a los que nunca había visto, pero saludé correctamente, con un salto y un lengüetazo sorpresivo y certero en sus labios.
¡Cómo nos divertimos! Viste que yo en las fiestas participo activamente. Nos cagamos de risa, escuchamos música, cantamos y, por primera vez, bailé con otra gente. Ligué algunos comestibles que si Pablo se hubiese enterado se habría enojado mucho. También comí algunas cosas que él me prohibe, como papas fritas, chizitos y pizza (de todos modos hoy se dio cuenta cuando, por la mañana, salimos a pasear e hice mis cosas).
También intenté beber algo de lo que ellos bebían. A mí siempre me dejan un tacho con agua y ellos toman bebidas de todos los aromas y sabores. Ya me di cuenta de que en las fiestas dejan vasos en el piso. ¿Recordás que te conté que en otra fiesta encontré uno con un líquido rojo que me encantó, pero me hacía pensar que algunos tenían hermanos gemelos? Nunca me olvidé del sabor exquisito de eso. Pablo a veces lo toma también. Pero lamentablemente, no encontré ninguno.
Vinieron como treinta personas y no paramos de charlar con cada uno de ellos. Aunque uno no quería que me acerque. Me miraba feo y me espantaba con la mano. Intenté acercarme varias veces y me rechazó. Diario, yo te digo algo: No me banco* el rechazo. Me dije a mí mismo: "hagamos un último intento". Fui a buscar a Osito 3 y se lo alcancé entre mis dientes con mis pupilas hacia arriba y la orejas erguidas. ¿Sabés, diario? Estoy convencido de mi carisma. El tipo esbozó una sonrisa, me acarició la cabeza, tomó a Osito 3 y lo arrojó para que lo vaya a buscar. Así estuvimos unos minutos. ¡Esa es una conquista!
Todos en esta jauría sin líder eran macanudos*. Bah... excepto una chica de anteojos y vestido verde. Hubo un momento en que no paraba de llegar gente. Y uno tampoco puede recibir a todos. Soy perro, no soy liebre. Entonces, mientras unos entraban y yo les hacía fiesta, otros tocaban el timbre. Así que Pablo fue solo a abrir la puerta. Entró con dos chicas y yo los intercepté en el pasillo. Una de ellas entró en pánico. "¡No!.. ¡Le tengo miedo a los perros!", exclamó. Yo la miré sin comprender y me acerqué para decirle: "Tranquila, piba, no te hago nada, soy macanudo". Pero siguió diciendo: "¡Le tengo miedo a los perros!.. ¡Encerralo, por favor!". Me di cuenta de que Pablo no la conocía, venía acompañando a su amiga. Lógicamente, mi mejor amigo le dijo: "No, no puedo encerrarlo. Esta es su casa". Ella se tomó la cabeza desesperada y amagó irse. Su amiga no sabía qué hacer y Pablo las miró con decisión. "Me voy a tener que ir", dijo ella. Pablo le respondió con un gesto cordial, pero determinante. Luego le dijo: "Francisco es buenísimo y no le hace daño a nadie. No te va a molestar. Si querés, probá". Nosotros entramos y la chica se quedó con su amiga pensando en el pasillo. Finalmente entraron. Traté de no prestarle atención en toda la noche y ni siquiera rozarla. Pero ella no paraba de observarme con atención y curiosidad. Estaba más atenta a todo lo que yo hacía que a sus congéneres. Entonces me dije: "este es mi segundo acto". Salté, bailé, me tiré panza arriba, traté de morderme la cola, jugué con Osito 3... le arranqué varias sonrisas y, finalmente... Me llamó con la mano y se quedó acariciándome la cabeza un buen rato. Diario, te cuento esto y me emociono. ¿Sabés lo que le dijo a Pablo? "Te agradezco. Es la primera vez en mi vida que toco a un perro". ¡¡¡¡Iupiiiii!!!!! ¡Debutó conmigo! Me sentí galán de televisión solidario. Cómo estuvo tantos años de su vida (creo que tendría por lo menos ocho) sin tocar a un animal, no lo entiendo. Pero la traba que haya tenido, ya no existía más.
No hay dudas. Mi naturaleza es sociable.

*Fiesta.
*Soporto.
*Simpáticos.

martes, 22 de junio de 2010

Protección

Hola, diario. Anoche tuve que defender a Pablo. Resulta que el muy atorrante se fue de joda* y regresó bastante tarde. Tenía aromas varios, pero omitamos esa parte de la historia. Lo miré con fastidio, pero viste que me desarmo fácil y, de inmediato, lo besuquié todo. Salimos a caminar y no había nadie en la calle, sólo nosotros. No fuimos a la plaza, dimos la vuelta manzana. Casi siempre camino adelante de Pablo y me doy vuelta cada 30 segundos para cerciorarme de que esté allí. Tuve una mala sensación, un presentimiento extraño y, como los perros actuamos por instinto, me quedé en la retaguardia en lugar de ir adelante suyo. De pronto, veo que, desde la otra cuadra, un tipo cruza caminando despacio. Tenía la estatura de Pablo, usaba gorrita, una campera* de jean y las manos en los bolsillos. Observaba fijamente a Pablo. Él no se dio cuenta de lo que ocurría y seguía caminando. Pero yo me quedé parado, muy quieto, observando también fijamente al tipo. No le tenía confianza y estaba resuelto a no dejarlo pasar. Seguí mirándolo fijamente, con mis dientes apretados y mi cola sacudiéndose rápidamente. De pronto, supe que Pablo se dio cuenta de que yo no seguía caminando con él y giró. Eso lo supe, pero no lo vi, porque no quise dejar de mirar fijamente a ese tipo. Estaba seguro de que no tenía buenas intenciones. Pablo me llamó, pero yo me quedé en la misma posición. Luego no me llamó más, creo que se quedó tieso. El tipo se detuvo, se quedó mirándome unos segundos, esbozó una media sonrisa tan falsa como su vida, dio mediavuelta y volvió hacia el lugar de donde venía. Una vez que se alejó y cruzó la calle, yo dejé mi postura y seguí caminando tranquilo, esta vez, adelante de Pablo. Creo que él no lo podía creer. Me acarició la cabeza, pero cuando llegamos a casa me abrazó y me dio las gracias.

No sé qué hubiera pasado. Tal vez el tipo nos hubiera hecho daño a ambos. Pero si de algo estoy seguro es que, así como Pablo me protege a mí, yo nunca permitiría que alguien le haga daño a él.

*Juerga.
*Chaqueta.

miércoles, 16 de junio de 2010

Vecinos


Hola, diario. A mí no me gusta hablar mal de los vecinos, pero con algunos no me puedo contener. El barrio es fantástico, pero la gente que habita en el edificio es rara. No te habla. Cuando salís, esperan que les abras la puerta, y si vos venís atrás, te la sueltan en las narices. Me da la sensación de que vivir en un cruce de avenidas donde todo está limpito y cuidado, a sólo un metro de ese pozo por donde se mueve un tren subterráneo, tiene sus costos sociales. La gente está mejor vestida y recién bañada, pero es un poco más soberbia y hasta maleducada. Bueno, ya te conté lo de los Yankilevich.
Un detalle es que en el edificio hay cinco perros más, pero yo soy el único que no es de marca. Por eso creo que miran raro. Sólo el señor de seguridad y uno de los porteros me hacen mimos. Alejandro, el portero más alto -un tipo que me da mucha desconfianza y no logro ni acercarme- me detesta porque dice que largo pelos cada vez que paso. Como si él no se fuera a quedar pelado cuando tenga unos 18 o 20 años, como Raúl.
El perro del piso 13 es un cocker muy bien peinado que ni me mira al pasar; en cambio el labrador del quinto es simpatiquísimo. Del Yorkshire no puedo decirte nada porque siempre sale en brazos de alguna persona y luce un moño ridiculísimo en la cabeza. ¡Hasta tiene pelos en las plantas de los pies! O no camina nunca o en la casa le ponen pantuflas. La que me tiene loco de amor es la golden retriever del séptimo piso. Es una rubia preciosa, pero definitivamente no le gusto. Nos olfateamos el culo un segundo, y luego se va, ella, muy diva, a pasear con su joven amiga.
Pero el que me llama muchísimo la atención es el hippie del tercero. Es un galgo afgano: un perro hippie, con todos los pelos colgando, andar cansino, pantalones raídos, cara de bohemio y ojos de drogón. No logro sacarle la ficha. De todos modos, hay algo suyo que me cae bien. Trasladado en humanos, lo siento como el hijo rockero o artista de un matrimonio de abogados millonarios.
A veces lo quiero oler, pero no le encuentro el culo... Por eso me intriga. De todos modos, como es muy grandote, no me animo acercarme demasiado, puede ser esquizofrénico o algo así. Igual me cae bastante bien. Un día me voy a animar a conversar con él.
Todos ellos salen con paseadores. En medio de muchos otros perros, se van a los bosques de Palermo o a algún otro parque. ¿Una ventaja? Naaaaa... Yo prefiero salir a pasear con mi Pablo, cagándonos de risa, dando vueltas sin parar por el pasto, quedar tapado por las flores del jacarandá y sentir que soy el perro más libre y querido del mundo.

sábado, 12 de junio de 2010

¡Vamos, Argentina!

Hola, diario. Ayer descubrí adónde se va Pablo a veces los domingos. A un lugar que se llama cancha, adonde un montón de tipos se divierten corriendo una pelota. Yo no sé porqué se toma todo ese trabajo de ir hasta la cancha si yo también sé jugar con la pelota y corro muchísimo detrás de ella. Es facilísimo. ¿Vos te preguntarás cómo sé todo esto? Lo vi por la televisión. Vinieron a casa Madelaine y Gabriel, dos amigos de Pablo, y vieron el partido con nosotros. Fue divertidísimo porque nos pusimos gorros, banderas e hicimos sonar cornetas. Nuestro equipo es Argentina. Estuvimos gritando: ¡Argentina, Argentina, Argentina!... Bueno, a mi me sale, pero con ladridos. Lo pasé tan bien que me di cuenta de que está bueno compartir una pasión con mi mejor amigo. De todos modos, es tal el fanatismo que les agarra que tenía mucho miedo de que pierdan y empiecen a morderse de bronca. Por suerte, Argentina ganó.

El juego con la pelota no me interesa tanto. Lo que realmente me divierte, creo, es eso de andar saltando, gritando y festejando. Que siga la fiesta.

miércoles, 9 de junio de 2010

Ups...


Hola, diario. Se armó quilombo*. Ayer, cuando salíamos de casa, sin querer, me crucé con el señor Yankilevich y casi lo hago caer. Me quiso patear y Pablo le gritó. También le pidió disculpas, pero lo miró tan fuerte que creí que lo mordería. Y sí, soy un torpe. Caminé un rato con la cola entre las patas, pero después me olvidé del mal episodio... Hasta que, a la tarde, llegó una nota a casa. Pablo me la leyó. Era algo así como una denuncia que Yankilevich hizo al consorcio. Pedía que me saquen con correa y bozal. ¡¿Qué soy: Hannibal Lecter?! Prometí andar con mayor cuidado, pero no quiero que me pongan esa jaula de dientes espantosa. Pablo fue a hablar con los Yankilevich y me llevó con él. Sólo tocó el timbre, le dio la nota y le dijo: "Vamos a usar la correa. Pero bozal deberían usar ustedes, porque son mucho más peligrosos que mi perro". ¡Tomá! Me puse contento y tranquilo de que no se hubieran mordido.
Digo yo: Estos tipos como Yankilevich... ¿no tendrán otra cosa que hacer, además de molestar a los demás? Para mí que toda su vida deben haber tratado mal a todos los que se les cruzaron por el camino. Y lamento por los que hayan estado bajo su mando, que deben haber sido muchos porque es muy rico. Es la historia de siempre.
Bueno, los perros no podemos hablar mucho de eso porque siempre en los grupos hay un mandocito que se hace llamar Alfa y tiene a todo el resto cagando. Igual... Yankilevich, lo que menos tiene es de Alfa. Pablo dice otra cosa: "Garca".

* Lío

martes, 8 de junio de 2010

Final feliz



Hola, diario. Ayer se fue Mariana. La verdad es que estoy bastante triste. Me había encariñado un poco con ella. Ya estaba cómoda y se le estaba yendo el miedo. De todos modos, Pablo no se enteraba, pero cuando él se iba a trabajar, ella se quedaba llorando un buen rato. Yo le daba un par de besitos y, cuando se daba cuenta de que no estaba sola en la calle otra vez, se calmaba.
Aunque nunca me gustó que se siente en mi sillón o se suba a la cama, jugábamos mucho en el patio y debo reconocer que era un poco torpe. Me pegó unos mordiscos que todavía recuerdo. Pero bueno, es cachorra. Los chicos son así.
Ayer llegó una pareja que no había visto antes pero que, aparentemente, conocían a Pablo. Me acariciaron apenas y fueron directo a ver a Mariana. Enseguida supe que se la llevarían. Él tenía la sonrisa pegada en su rostro, ya estaba resuelto a llevársela. Pero ahí mismo lo consultó con ella, quien se puso a mimarla apenas entró . Estuvieron hablando un rato, tomaron un café con nosotros y, luego de un ratito, salimos los cinco a la calle. A Mariana la llevaban ellos, en los brazos. Dimos la vuelta, se metieron en un auto y nos quedamos mirando a Mariana, detrás de la ventanilla. Se puso a llorar con esos chillidos que ya le conocía. Pero el auto arrancó y se fue.
Nos quedamos tristes, quietos, observando el espacio por el que se había ido el auto que se llevó a Mariana. Me di cuenta de que a Pablo se le escapó agua de los ojos y, seguramente, si yo hubiera podido también. Nos volvimos a casa despacito, nos hicimos unos mates y nos quedamos así, solitos, sin hablar demasiado. Seguramente pensando en Mariana. Con tristeza porque ya era una ausencia y con alegría porque el final de sus penurias ya era un hecho. Tenía un hogar donde la amarían para siempre. Como yo.

miércoles, 2 de junio de 2010

Mariana


Hola, diario. Finalmente me encariñé con Mariana. Hace dos días que está en casa y es una dulce. De todos modos, podría decirte que me molesta un poco que quiera ser el centro de atención permanentemente. ¡Y el centro de atención soy yo!

Cuando estoy con Pablo, así conversando con nuestros ojos, como solemos hacer, se viene a meter entre nosotros. Pero lo que es más atrevido es que, como es más chica, se sube a la falda de Pablo, se hace un rollito y se queda allí con mirada de: “a mí me abandonaron”.

De todas formas, por momentos lo pasamos muy lindo jugando a las luchas en el patio.

Sabés, diario... La convivencia es difícil. Nosotros siempre queremos convivir con un humano... pero con otro perro... hummm... Supongo que para Pablo la convivencia tampoco será fácil porque a todo el que entra le hace un par de mimos y, luego, adiós. ¿Seremos unos solterones ermitaños? La cosa es que, con Mariana, me di cuenta de que soy capaz de convivir con una perra. Con un perro no. Son competitivos.

Mariana tiene el peso de haber vivido cosas horribles en la calle, pero todo el amor acumulado para dar. Creo que por eso nos “compró” a Pablo y a mí. Tiene tanta inocencia que, en dos días, transformó su dolor en agradecimiento. Hasta accedí a compartir mi plato de comida con ella.

Creo que se quedará con nosotros. Si no me quita la cama -cosa que hasta ahora no hizo-, la acepto.