UNA VIDA SIN UN PERRO, ES UN ERROR

"LA GRANDEZA DE UNA NACIÓN Y SU PROGRESO MORAL PUEDE SER JUZGADO POR LA FORMA EN QUE SUS ANIMALES SON TRATADOS."
Mahatma Gandhi

NO USES PIROTECNIA

NO USES PIROTECNIA
Por favor, no usen pirotecnia. Los "cuetes" nos asustan, nos hacen mucho mal a nuestros oídos, nos desorientan y son la causa de que muchos perros y gatos se pierdan entre diciembre y febrero. Lo mismo les ocurre a otros animales, como las aves. Pensá en nosotros y en los múltiples problemas que pueden causar los fuegos artificiales. NO USES PIROTECNIA. Gracias. PD: Ah... Ponele chapita con número de teléfono a tu perro. Para esta época hay muchos perros perdidos a causa de la pirotecnia, por favor, si ves alguno no sigas de largo, ayudalo a encontrar a su familia.

viernes, 31 de diciembre de 2010

Feliz Año


Hola, diario. Sé que hoy es un día especial porque todo el mundo anda apurado, corriendo con bolsas y paquetes enormes que contienen unos manjares indescriptibles. Estamos a punto de llegar a esa ceremonia en la que todos golpean sus copas y se quedan como estúpidos pensando algo. Bueno, voy a pensar algo por vos: deseo un sitio con un árbol por metro cuadrado para hacer pis en cualquier lado; deseo un churrasco en cada esquina; deseo mimos permanentes y que me rasquen por el resto de mi vida en la pancita y la base de mi oreja. Sí, es verdad, son pensamientos egoístas. Voy a desear fuertemente que los seres humanos se cansen de tirar esos cohetes inmundos y ruidosos que tanto mal hacen a mis oídos, a los de Néstor y a los de otros perros y gatos. Si supieran cuánto nos aturden y tuvieran un dejo de bondad no lo harían nunca más. Ese será mi gran deseo. Basta de cohetes. Te digo esto antes de meterme en la bañera para no escucharlos. Feliz año.

Néstor


Hola, diario. Qué decirte de este chico... Es un primor. La verdad que me cae fantástico. Es un atorrante. Al principio lloraba todo el tiempo, pero le duró poco. Ahora hace lo que quiere. Es muy independiente para la edad que tiene. Por eso se debe haber fugado de su hogar tan joven. Pablo le sacó las pulguitas y esos bichos horribles que tenía en su panza, pero hasta lleno de bichos era feliz y seguro de sí mismo. No le tiene miedo a nada. Me da un poco de envidia. Abro la boca y mete su cabeza con intenciones de ver vaya a saber qué. Me quedo perplejo, con la boca abierta y lo dejo, pero no lo comprendo. Luego me mira fijo, se le erizan los pelos y empieza a saltar alrededor mío con el lomo arqueado. Cuando le resoplo sale corriendo. Ay... es un bebé. Cada tanto lo limpio un poco porque aparece con todos esos pelos amarillos medio mugrientos. Con un solo lengüetazo lo dejo limpito.
Pero te voy a contar algo. También tiene sus contras. Por empezar, está obstinado en dormir conmigo, pegadito a mi cuerpo. No lo permito. No lo dejo. Sé que es huérfano, que necesita calor peludo, pero que vaya a buscarlo en Osito 6. A mí me gusta dormir tranquilo, sin demasiado contacto físico, menos de un chico inexperto. Por otro lado, Pablo pretende que comamos juntos. Y bueno, accedí en eso. Donde manda capitán, no manda marinero. Cada uno tiene su plato de comida, pero tenemos que compartir el del agua. Me adoptó de hermano mayor porque hace todo lo esencial mirándome de reojo. Come, hace sus necesidades y se pasea mirándome de reojo. Hasta lo descubrí que llora cuando nos vamos a pasear con Pablo.
Bueno, demás está decirte lo que decidimos. Se quedará en casa. Será nuestro hermano menor. Pablo le puso un nombre raro: Néstor. Creo que le da personalidad. Es un regalo de Navidad.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Hermano


Hola, diario. Parece que hoy es un día especial. Muy especial. Anoche fuimos a cenar con toda la familia (caminando, lógicamente, porque no conseguimos taxi) y lo pasamos genial. Por ese motivo, nos levantamos tarde. Como siempre, medio dormidos, salimos con Pablo a pasear a la plaza de la esquina. Estiré un poco las patas, me purgué con un poquito de pasto, piyé* uno a uno mis árboles favoritos y, cuando estaba oliendo unos arbustos que siempre tienen meadas fabulosas, me encontré con algo que me tomó por sorpresa. Había un pichón de gato explorando las ramas. Enseguida vino a olfatearme y no hizo "fssssss" como casi todos los gatos. Era muy chiquitito. Nunca vi uno igual. Le di un par de besos y me lo agarré con los dientes. Lo hice suavemente, para no lastimarlo; y él, chocho*. Así seguí mi camino con el gatito, lo más pancho*, en mi boca. Pablo no se dio cuenta por un rato, hasta que se lo mostré. ¿Podés creer que me retó? Me parece que creyó que lo había matado. ¿Cómo voy a matar a un gato bebé? ¿Qué soy yo? ¿Una bestia salvaje? Pero bueno, me obligó a que lo suelte y lo solté. El chico, todo empapado por mi saliva, maulló dos o tres veces y comenzó a seguirme. Me di vuelta, lo miré y le dije: "Pibe, seguí tu camino, estoy ocupado". Pero no hubo caso. Le caí bien y, aunque aceleré el paso, me siguió tropezándose, como hacen los chicos al caminar ligero. Creo que esa actitud hizo que Pablo se derrita de ternura. Esta vez lo agarró él. Pero no con los dientes, como lo hice yo (los humanos no saben) sino con sus manos. Era tan chiquito que entraba en la palma de su mano. Lo que hizo Pablo fue buscar a su mamá por todos lados. Lo acompañé porque lo único que faltaba es que se lo quiera llevar a casa. No encontramos a su mamá. ¿Qué pasó? Lo que te imaginás. Lo trajo a casa.
En principio me cae muy bien. Es rubio, aunque medio desteñido y unos enormes ojos dispuestos a descubrir el mundo. Maulla todo el tiempo porque la casa es un lugar desconocido para él. Recorre todos los rincones y no sabe en cuál quedarse. Le gustó especialmente mi sillón favorito. Ya lo reconoció a Pablo, pero tiene un especial cariño por mí. ¿Te acordás que tuve una intuición? Creo que era este regalo de Navidad.

*Hacer pis.
*Feliz.
*Tranquilo

viernes, 24 de diciembre de 2010

Monumento a la comida


Hola, diario. Hoy quiero hablarte de ese monumento a la comida que hay en la cocina de casa. Es un armario enorme sobre el que a Pablo le encanta pegarle papelitos, imanes y otras boludeces. Cuando lo abre, me inunda el rostro una bocanada de aire helado que contiene los aromas más sabrosos y variados. Es un concierto de aromas y, en segundos, me detengo a intentar identificar cada uno de ellos. Aunque reconozco que mi ansiedad suele jugarme una mala pasada. Ese momento intelectual de querer decodificar cada olor se yuxtapone con mi irrefrenable deseo de comerme todo lo que se cruza en mi camino. Cuando Pablo mantiene la puerta de ese artefacto abierta, pienso dos veces en tomar algo con los dientes y salir corriendo. Lo observo de reojo, pero me contengo. Quiero que convivamos en armonía.

¿Sabés qué hace Pablo en estos días de calor extremo? Saca unos pedacitos de agua congelados y los vuelca en mi bebedero. Me encanta jugar lamiéndolos hasta que se desarman y dejan mi agua fresquita fresquita.

Creo que hoy salimos de paseo a la noche e intuyo que vamos a llevar cosas ricas de nuestro artefacto helado. De nuestro monumento a la comida.

martes, 21 de diciembre de 2010

Regresos festivos

Una vez más me sacudió ese presentimiento a la distancia. Lo supe. Podía palpar su energía en el espacio... Sentía su presencia en cada bocanada de aire, en cada segundo... Podía percibir su olor... No estoy seguro si por memoria emotiva o porque estaba ya realmente cerca. Podía escuchar su corazón.
Sí, ya sé, soy un capo.
No habían pasado más de diez horas de haber comenzado a tener esa sensación cuando escucho su silbido característico, a lo lejos. Luego, sus pasos, suficientes como para que me tire panza arriba cerca de la puerta. Y, finalmente, las llaves... y él, cuerpo presente. Volvió Pablo.
No sé cómo explicártelo, diario. Es una fiesta. Cada regreso de él ser me hará inolvidable. Y creo que para él también. Yo le hago toda una escena de cariño extremo, como esas películas melancólicas con perritos que ve a veces por la televisión. Lo cago a besos. No paro de darle besos, pero entre lamida y lamida, no puedo dejar de prestarle atención a su valija. Allí sé muy bien que guarda mi regalo. No puedo contener la ansiedad y quiero abrir ese puto cierre dificilísimo de romper. Cuando lo abre, meto el hocico adentro hasta que encuentro mi regalo. ¿Sabés qué me trajo esta vez? ¡¡¡A Pingüino!!! Parece un osito, pero no lo es. Es Pingüino. Tiene pico y es precioso. Estoy tan feliz de que haya vuelto. Lástima que por un tiempo me voy a sacar ese placer dulce y melancólico de extrañar. Todo no se puede.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Extrañar


Hola, diario. Disculpame la ausencia, pero estoy ocupado extrañando a Pablo. Hace unos días me levanté medio bajoneado, pero noté que Pablo estaba contento. Me cantó esas canciones tan bobas pero tan mías, me hizo bailar en dos patas y me bañó. Cuando terminó de hacer todo eso, sacó desde arriba del placard, la valija* más grande. Ahí supe qué pasaría en las siguientes horas. Se iría de viaje. Observé con cierta tristeza cómo iba introduciendo en la valija, una a una, varias prendas de vestir y cosas de utilidad cotidiana como el cepillo de dientes o la afeitadora.
Llegó el momento y, muy impune, con su valija en mano, se agachó para abrazarme. Ahí me quebré, diario, me quebré. No puedo superar este tipo de situaciones que se repiten más de una vez al año. Pensé en hablar con él al respecto a su regreso. Al principio le gruñí y le dije: "No, no me toques". Pero enseguida, empecé a lloriquear (juro que no me pude contener) y dejé que me abrace fuerte y me diga: "Ya vuelvo", como si no supiera que va a tardar unos días.
Lloré un buen rato cuando se fue.
Ahora me ocupo de extrañarlo. Es una sensación tan triste como hermosa. Tu espera tiene una respuesta, que es el regreso. Y no importa cuánto se demore ese regreso, tu espera será un aquelarre de sensaciones. Vas a sentir una cosquilla permanente en el alma que te recordará tu rol de "esperador". También vas a sentir bocanadas de suspiros que, sin saber cómo, se escurrirán de tu corazón con intensidad, decisión y desparpajo. Sentirás que no tenés ganas de ocuparte demasiado en jugar o andar saltando por la casa porque tu trabajo es esperar. Y eso hace que en tu mente esté un solo rostro: el del ser humano que te tocó en esta vida. Y creo que si me hubieran dado la opción de elegir, entre muchísimas muchísimas personas, seguramente habría elegido a Pablo. Pero con soberbia de perro te voy a decir algo, diario: Pablo me escogió a mí entre muchísimos perros. Y creo que está feliz. Y que también me extraña. Aunque intuyo que no es un "esperador" como yo, sé que es un gran extrañador. Prontito llegará, abrirá sus brazos, me abrazará, me rascará la panza y sacará de su valija una pelota o un Osito 8. Y yo volveré a ser feliz plenamente.


* Maleta.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Intuición


Hola, diario. Tengo una intuición muy fuerte en el pecho. Cuando Pablo está trabajando y me deja solo un buen rato no gasto el tiempo, lo ocupo en pensar. Y me ocurre algo últimamente. Tengo la sensación de que algo va a pasar. En este año nos sucedieron cosas lindas y otras no tanto. Pero una corazonada muy fuerte me dice que algo va a pasar. Trato de decodificar esa sensación, pero no encuentro una respuesta muy clara. Ahí me sobreviene el pánico. Lo peor sería que Pablo se fuera a vivir con otro perro y que me deje solo aquí. Pero no es traidor y sabe que ni siquiera tengo manos para abrir la puerta, así que me tendría que ir. ¿Estará por comprarse todo ese lugar lleno de comida al que va una vez por mes y vuelve lleno de bolsas? Sería fantástico. ¿Nos mudaremos a algún lugar lleno de árboles donde mear a destajo y retozar panza arriba mientras las nubes cambian de forma? No creo. No hace mucho que vinimos a este lugar. Y no está nada mal. ¿Vendrán a vivir con nosotros Fina y Raúl? Estaría buenísimo. Acompañado todo el día y comida extra asegurada. Pero creo que Pablo es un poco salvaje, no creo que eso sea posible. ¿O será que vendrá con otro perro una vez más? Ahí me enojaría mucho. Basta de ser la pensión del minusválido. El único que tiene derecho a vivir aquí tranquilo sin compartir a su mejor amigo soy yo. Hay dos cosas que no se comparten: la comida y tu mejor amigo. (Como estoy castrado, te podés quedar con todas mis posibles novias.)