UNA VIDA SIN UN PERRO, ES UN ERROR

"LA GRANDEZA DE UNA NACIÓN Y SU PROGRESO MORAL PUEDE SER JUZGADO POR LA FORMA EN QUE SUS ANIMALES SON TRATADOS."
Mahatma Gandhi

NO USES PIROTECNIA

NO USES PIROTECNIA
Por favor, no usen pirotecnia. Los "cuetes" nos asustan, nos hacen mucho mal a nuestros oídos, nos desorientan y son la causa de que muchos perros y gatos se pierdan entre diciembre y febrero. Lo mismo les ocurre a otros animales, como las aves. Pensá en nosotros y en los múltiples problemas que pueden causar los fuegos artificiales. NO USES PIROTECNIA. Gracias. PD: Ah... Ponele chapita con número de teléfono a tu perro. Para esta época hay muchos perros perdidos a causa de la pirotecnia, por favor, si ves alguno no sigas de largo, ayudalo a encontrar a su familia.

viernes, 30 de julio de 2010

Un tropezón puede ser caída


Hola, diario. A veces admito que soy muy bruto. Cuando suena el timbre, me encanta salir corriendo a toda velocidad por ese pasillo largo que conduce a la puerta de entrada y pegarle un salto de bienvenida a quien llega. Tengo dos tipos de saludo. Primero pego el salto bien alto y te doy un beso en tu hocico. Luego, a medida que vamos avanzando, vuelvo sobre mi eje corriendo y pego un salto más chico, pero más potente, empujándote con mis patas delanteras. Me encanta. Pablo dice que parezco un rugbier. No sé qué tipo de animal es ése, pero si Pablo me dice así, debe ser precioso.
Ayer vino a cuidarme Raúl. Viste que yo tengo la convicción de que ya debe tener unos 16 o 18 años. Pero como es tan simpático, me olvido de su vejez y me encanta invitarlo al patio a jugar. Estuvimos jugando al "te agarro, te agarro" y luego le presté a Osito 4, para hacer que peleamos por él. Tanto tironeamos que el pobre Raúl se cayó. ¡Qué disgusto, diario! No se podía levantar. Estaba vivo porque me miraba y hablaba. Me quedé lamiéndole la cara para que se ponga de pie, pero no podía. ¡Ay, qué miedo! Por un momento pensé que habría que sacrificarlo. Sería terrible. ¿Cómo se lo explicamos a Fina?
Por suerte, nos vio la vecina de arriba, que llamó al portero. Abrió la puerta y lo ayudó a levantarse. Raúl puede caminar lo más bien, pero creo que le duele todo.
Prometo no ser tan bruto con la gente mayor.

jueves, 22 de julio de 2010

Enfermo



Hola, diario. Llegué a la conclusión de que los seres humanos no se mueren de moquillo. Anoche Pablo tosió y estornudó bastante, pero cada uno de esos sonidos desagradables me alegraban porque me daban una señal de que estaba vivo. Durmió sentado como una paloma pobrecito. De todas formas, no me quedé despierto toda la noche, como ayer. Pero mi sueño fue intermitente y traté de estar cerquita suyo por si me necesitaba.
Si le vieras la cara... pobre pibe. A la mañana sonó el timbre y llegó el veterinario. Obviamente le ladré cuando llegó (detesto a los veterinarios). No me gustó nada cómo toqueteó a Pablo. Le hizo sacar la remera y le puso en el pecho un coso frío que tenía colgado con unas cuerdas, desde las orejas. Un espanto. Le gruñí. Pablo me retó. Luego vino lo peor. Abrió una valijita pedorra que traía y sacó una aguja enorme, como la que usan cuando me vacunan. No quise permitirlo y me interpuse, pero Pablo me echó de la habitación. Inentendible. Yo estaría orgulloso si me defienden. Desde afuera pensé: "Ma sí... si querés que te pinchen, jodete".
El veterinario se fue y, cuando lo despedimos, aproveché para hacer una meadita en el árbol más cercano.
Parece que la vacuna le hizo bien a Pablo porque ahora tose menos. O le sacaron el moquillo o, definitivamente, en las personas no es una enfermedad que los mate.

miércoles, 21 de julio de 2010

Moquillo


Hola, diario. No sabés qué disgusto estoy pasando. La lluvia de los otros días enfermó a Pablo. Se la pasa haciendo ruidos raros y estornuda sin parar. Tengo miedo de que se haya pescado moquillo. ¡Tiene una cara! Parece llovida su cara. Anoche creo que deliró un poco. Me acerqué a olfatearlo y estaba hirviendo. Me quedé bien pegadito a su lado para ayudarlo con mi energía. Creo que le hizo bien porque, en un momento, volvió a su temperatura normal, aunque no dejó de moquear. Me pasé toda la noche despierto. Ay, no podría soportar otra muerte en la familia. Si sigue así, mañana llamo al veterinario.

martes, 20 de julio de 2010

Feliz Día del Amigo


Hola, diario. ¡Feliz Día del Amigo! Con esa frase se despertó hoy Pablo y me dio un abrazo más fuerte que de costumbre. Hicimos la rutina de siempre, pero con mejor humor. Fuimos a la cocina, tomamos unos mates y no sólo me convidó de sus galletitas con queso untable, sino que me hizo dos para mí. Lo mejor vino después. Me agarró del cuello con fuerza, me apretó, me dio muchos besos y, de un armario, sacó un hueso enorme para mí. ¡Qué lindo festejar así el Día del Amigo!
Lástima no haberlo sabido, así le regalaba algo. Me sentí en deuda. Comencé a dar vueltas por todos lados, pero no sabía qué darle... Encontré a Osito 4, lo miré con cariño a los ojos, lo tomé con los dientes y se lo regalé a Pablo. Creo que se puso contento. Le di el mejor de mis juguetes. Está un poco babeado, lo sé, pero le dediqué muchas horas de juego y amor.
Está bueno esto de tener un "mejor amigo". Mientras saboreaba el hueso, me puse a mirarlo a los ojos y a observar todo lo que hacía. Quise decirle que podía contar conmigo para lo que quisiera, que yo nunca me voy a mover de su lado. Cuando es la hora de cagarnos de risa, nos cagamos de risa. Cuando es tiempo de tristeza, le daré mi patita y lameré sus lágrimas para que no se sienta solo. Pero siempre, siempre, siempre, caminaré a su lado. Me puse a pensar otra vez en eso del acantilado. Qué pasa si un día le agarra moquillo, enloquece, y se tira por un acantilado... y bueno, tendré que ir detrás de él.
Lo quiero tanto.

lunes, 19 de julio de 2010

Charcos


Hola, diario. Estos días de frío y con tormenta no colaboran para que uno esté contento. Sé que a Pablo le cuesta sacarme a pasear cuando el clima está así. Él se llena de abrigos, pero a mí me gusta andar en bolas, aunque haga frío. No me importa mucho mojarme. Y contento o de malhumor encuentro un placer especial en mojar mis patas en los charcos que se hacen en las veredas*. Mojarte las patas ahí es sentirte libre, sentir que tenés medias* frescas, vestir tus patas de tierra. Dentro de un edificio te ves como un ser humano. Los charcos de lluvia te devuelven un poco a la naturaleza y te ensucian con partículas de salvajismo. Entonces caminás como un señor, con toda la libertad a cuestas, chorreando ese regalo del cielo.
Pablo detesta eso porque, cuando entramos a casa, me tiene que secar con una toalla. Con las patas es más estricto. Me las limpia con papeles y, si están muy embarradas, directamente me las lava. Internamente le pido disculpas, pero quién me quita ese placer de que la lluvia y yo seamos uno solo, por un ratito.

*Aceras.
*Calcetines.

viernes, 16 de julio de 2010

Se murió Zsá Zsá


Hola, diario. Estamos tristes. Zsá Zsá, finalmente, atravesó el umbral que te lleva a ese otro lugar. Estaba muy enferma y la familia prefirió que todo ocurra naturalmente.
Ayer a la mañana, muy tempranito, sonó el teléfono. Pablo atendió y el diálogo fue muy corto, duró segundos. Cortó la comunicación, se mojó el pelo y se vistió rápidamente. Me puso la correa y salimos a la calle rapidísimo. Apenas me dio tiempo para hacer pis. Dentro del taxi intui que había algo que no estaba bien. No hablamos en todo el camino. Ni siquiera saqué la cabeza por la ventanilla, como me gusta. Me limité a sentarme a su lado y a observarlo de reojo. Y sin que se diera cuenta, apoyé parte de mi lomo sobre su cuerpo, para compartir un poco de mi energía.
Cuando llegamos, Fina era un mar de lágrimas. Y Raúl estaba sentadito en un sillón, cabizbajo. Cuando me vieron, pude robarles una sonrisa a cada uno. Me sentí útil.
En la habitación, en la cama, estaba Zsá Zsá, sin moverse. A su lado, María Elena la acariciaba. "¿Estás segura de que está viva?", preguntó Pablo. Yo sabía muy bien que sí. Pablo comenzó a quebrarse y le empezó a decir cosas muy lindas a Zsá Zsá. Ella estaba tiesa, dura, con su pelaje prácticamente pegado al cuerpo, muy flaca y con la boca semiabierta. Creo que será la imagen más triste y fuerte que haya visto en mi vida.
Estoy seguro de que ella no se dio cuenta de que estaba yo. Pero sabía muy bien que estaba Pablo. De pronto, entró Fina a la habitación y le dijo a Pablo, entre sollozos: "Te está esperando". Él la miró incrédulo, pero yo supe muy bien que ella decía la verdad. A los pocos minutos, mientras Pablo le hablaba y la acariciaba, Zsá Zsá esbozó un maullido rasgado, estiró una de sus patas delanteras y la apoyó en el brazo de Pablo. Con sus manitos, apenas sacando sus uñas, se aferró a él. A los pocos segundos, se hizo pis y su cuerpo se vació de Zsá Zsá. Supe muy bien que ella seguía allí, pero en el aire. Me eché al piso y traté de cerrar los ojos y verla. No pude, pero sabía perfectamente que nos estaba observando y que, ahora, estaba bien. Por fin, Zsá Zsá podía volver a correr y a pelear a los demás animales por sus celos.
Todos lloraban. Menos yo. Pablo la envolvió en una manta, se la dio a Fina y la meció un buen rato, mientras le hablaba. Pero Zsá Zsá ya no estaba ahí. Eso fue Zsá Zsá. Al rato Pablo y Raúl se la llevaron envuelta, pero yo me quedé con Fina y María Elena.
Traté de consolarlas, como pude. Mi mente estaba muy ocupada tratando de analizar qué había pasado. ¿Adónde se fue Zsá Zsá? Se murió, sí. Pero adónde estaba ahora. Mariela dijo que "en el cielo de los gatos". Yo sabía muy bien que no era tan así. Estaba en un lugar mejor. Por siempre, Zsá Zsá estará acompañando a Fina y a Raúl. Y algún día se encontrarán, cuando ellos también pasen ese umbral y puedan moverse como cuando eran jóvenes. El pensamiento me originó ganas de sonreír.
Zsá Zsá no fue muy buena conmigo, pero le dio amor a aquellos que la querían. Esperó a mi Pablo hasta que pudo, se despidió y luchó por su vida. Ella está en el cielo de los buenos.
Quisiera poder decirle a Fina y a Raúl que pueden visitar a Zsá Zsá cuando quieran. Con sólo recordarla desde lo más profundo, podrán estar con ella, acariciarla y consentirla como siempre. Sé que será así y ellos lo harán. Sólo con el olvido se muere.
Estoy orgulloso de mi familia.

sábado, 3 de julio de 2010

Mundial


Hola, diario. Hoy jugó nuestro equipo. Pablo quiso que lo veamos juntos por la tele. Nosotros dos. No invitamos a nadie. Viste que mucho no me puedo concentrar... pero lo vi de a pedacitos. No nos fue nada bien. De a poco, vi cómo Pablo se iba enojando cada vez más. Gritaba mucho y su ceño se fruncía tanto que temí que se convierta en perro. Con un tono muy feo decía cosas como "lora", "parió", "pelotudo"... y tantas otras. Por momentos me quedé observándolo porque, frente al televisor, él también se convertía en un espectáculo.
Nuestro equipo perdió. Y a juzgar por el enojo de Pablo, nos humillaron. Estamos chinchudos*. Tengo ganas de ir a mear todo el territorio de esos que nos ganaron. Pero no sé si vale la pena. Es sólo una pelota. Un juego.

*Enojados

viernes, 2 de julio de 2010

Umbral


Hola, diario. ¿Recordás que te conté que no notaba bien a Zsá Zsá? Bueno, ahora te lo puedo asegurar. Fuimos a la casa de Fina y Raúl (en taxi, obvio) y definitivamente, Zsá Zsá ya no es la misma. Además de estar muy flaca y desgreñada, olfatee la enfermedad en el aire. Estuvimos allí toda la tarde y viví una atmósfera de tristeza inmensa. Tina y Saúl no pueden con su dolor. Pablo la alzó y la tuvo en su falda durante un largo tiempo. Hice esfuerzos por no ponerme celoso y me arrimé en algunos momentos para olerlos. Fijate qué mal estaría Zsá Zsá que no me hizo "fsss" ni intentó sacarme un ojo con sus uñas. Luego de almorzar, envolvieron a Zsá Zsá en una manta y la acariciaron mucho, mientras sollozaban. Me quedé con Raúl, mientras Fina y Pablo se la llevaban. Me quedé angustiado. Tenía la sensación de que volverían solos, sin ella.
Al cabo de un rato me tranquilicé, me eché a los pies de Raúl para que encuentre un pequeño refugio en mí, y esperé. Se abrió la puerta y volvieron... pero los tres. Fina y Pablo tenían los ojos muy colorados. Olfatee a Zsá Zsá y descubrí que la había tocado mi antiguo veterinario. No sé por qué, pero intuí que fueron a hacer algo que no llevaron a cabo.
Me empecé a preguntar: ¿A dónde se estaría yendo Zsá Zsá? Su alma de gata consentida estaba fluctuando entre su cuerpo y otro lado. Me lo pregunté una y mil veces porque pensé en que tal vez todos, alguna vez, lleguemos a estar en ese estado fluctuante, indeciso. Qué hay detrás de ese umbral no me interesa saberlo ahora. Pero hay otro lado. Creo que Zsá Zsá irá pronto hacia allí... y tengo mucha pena.