Si supiera que lo espero junto a la puerta.... No lo sabe. Cuando él se va algo falta. Sé exactamente el tiempo que tardará en volver. Y pienso en las contadas cosas que puedo hacer mientras sucede esa espera. No puedo hacer demasiado porque estaré ocupado esperando. Me lleva mucho tiempo quedarme ahí, echado, oliendo y parando las orejas para percibir esas sensaciones que se cruzan por mis sentidos para perturbar la espera, para distraer. Pero yo no me muevo. Hasta dejé mi marca en la pared blanca. De tanto echarme allí, quedó una mancha gris. Aunque sé muy bien que la espera es de otro color. La espera es esperanza, es amor, es ese tiempo vivo (no muerto) que se compensa con la llegada.
A mí también me esperan. Cuando me voy, Néstor se queda esperándome en la puerta. Maulla sin parar. Puede quedarse horas así, hasta que regreso. No hace lo mismo con Pablo. Nuestro corazón toma pertenencias. Pablo me pertenece, pero parece que yo le pertenezco a Néstor.
Qué lindo es esperar junto a la puerta...