UNA VIDA SIN UN PERRO, ES UN ERROR

"LA GRANDEZA DE UNA NACIÓN Y SU PROGRESO MORAL PUEDE SER JUZGADO POR LA FORMA EN QUE SUS ANIMALES SON TRATADOS."
Mahatma Gandhi

NO USES PIROTECNIA

NO USES PIROTECNIA
Por favor, no usen pirotecnia. Los "cuetes" nos asustan, nos hacen mucho mal a nuestros oídos, nos desorientan y son la causa de que muchos perros y gatos se pierdan entre diciembre y febrero. Lo mismo les ocurre a otros animales, como las aves. Pensá en nosotros y en los múltiples problemas que pueden causar los fuegos artificiales. NO USES PIROTECNIA. Gracias. PD: Ah... Ponele chapita con número de teléfono a tu perro. Para esta época hay muchos perros perdidos a causa de la pirotecnia, por favor, si ves alguno no sigas de largo, ayudalo a encontrar a su familia.

martes, 12 de julio de 2011

Espera junto a la puerta


Si supiera que lo espero junto a la puerta.... No lo sabe. Cuando él se va algo falta. Sé exactamente el tiempo que tardará en volver. Y pienso en las contadas cosas que puedo hacer mientras sucede esa espera. No puedo hacer demasiado porque estaré ocupado esperando. Me lleva mucho tiempo quedarme ahí, echado, oliendo y parando las orejas para percibir esas sensaciones que se cruzan por mis sentidos para perturbar la espera, para distraer. Pero yo no me muevo. Hasta dejé mi marca en la pared blanca. De tanto echarme allí, quedó una mancha gris. Aunque sé muy bien que la espera es de otro color. La espera es esperanza, es amor, es ese tiempo vivo (no muerto) que se compensa con la llegada.
A mí también me esperan. Cuando me voy, Néstor se queda esperándome en la puerta. Maulla sin parar. Puede quedarse horas así, hasta que regreso. No hace lo mismo con Pablo. Nuestro corazón toma pertenencias. Pablo me pertenece, pero parece que yo le pertenezco a Néstor.
Qué lindo es esperar junto a la puerta...

jueves, 7 de julio de 2011

Malcriado



Hola, diario. Confieso que he sufrido un retroceso en mi comportamiento. Mis modales ya no son los de antes. Pablo está algo decepcionado. Pero puedo explicarte porqué. Desde que convivimos, él me explicó que no hay que pedir comida cuando las personas cenan. Siempre, cuando terminan de cenar, me dan un poquito. Me enseñó a que hay que comportarse y no molestar si están hablando. Me explicó que es extremadamente peligroso bajar del cordón de la vereda, en la calle, porque puede aplastarte uno de esos monstruos sobre ruedas, que son taxis, pero de otro color. También me dijo estrictamente que no debo ladrar en casa para evitar molestar a los vecinos. Cierro el pico. Me contó muchas normas de comportamiento básicas que son imprescindibles para una buena convivencia con el mundo.
Yo las aprendí... pero me estoy olvidando algunas, de vez en cuando.
Es que Pablo viaja mucho. Y cuando Pablo viaja, me cuida el resto de la familia. Y el aspecto más divertido de esa ausencia es que ellos me malcrían mucho. El santo de Raúl me dejaba hacer de todo, pero como era muy mayor yo le hacía más caso. Fina es lo opuesto a Pablo. Como toda mamá, me da de comer a cada momento. Cosas ricas y cosas horribles que escupo cuando no se da cuenta. Se cree que puedo comer todo lo que ella come. Es casi cierto. Los otros días me quiso dar pepinos. Pero qué horror. María Elena, la hermana de Pablo, su esposo Luis y los hijos, me dejan hacer absolutamente todo. Puedo apoyar las dos patas delanteras en la mesa para alcanzar mejor la comida, me permiten ladrarle el señor despeinado del kiosco, tomar agua del inodoro y saltar sobre sus cabezas cuando están hablando algo importante.
Claro, cuando regresa Pablo, me olvido un poco de la disciplina. Ahora, mientras como las galletitas que dejó sobre la mesa, estoy tratando de recordar normas de conducta.

miércoles, 6 de julio de 2011

Beber el agua prohibida



Hola, diario. ¿Te hago una consulta? Cuando tenés sed... ¿no te vas corriendo a tomar agua al inodoro? Creo que es de lo más normal. No sé por qué a Pablo le molesta tanto que haga eso. Es agua fresquita, en gran cantidad, a veces saborizada... Ya sé que tengo mi plato con agua, que compartimos con Néstor, pero me da fiaca ir caminando hasta la cocina cuando me agarra sed en el dormitorio, por ejemplo. Prefiero pasar por el baño y terminar con ese trámite rápido. Pero si Pablo me pesca con el cogote en el borde del inodoro y las patas delanteras colgando, dando largos sorbos de agua... ¡Pone el grito en el cielo! Yo lo miro de reojo como diciendo: "Me pescó el hincha pelotas".
Días pasados, mi hermano menor, Néstor, hizo lo mismo. Pero como tiene miedo de ahogarse en el inodoro, prefiere beber del bidet, que tiene una pequeña pérdida. Bueno, el lunes pasado ocurrió lo que tarde o temprano iba a pasar. Pablo entró al baño, con su toallita, como siempre, para bañarse (qué costumbre horrible de hacerlo todos los días) y nos pescó a los dos bebiendo. Yo me quedé perplejo, pero a Néstor -que nada le importa- siguió bebiendo como si nada. Pablo no nos retó. Se acercó sigilosamente al bidet y abrió la canillita del costado. Ahí nomás, salió un chorro enorme de agua hacia arriba que nos empapó. En dos segundos, Néstor estaba en el patio sacudiéndose. Yo seguía feliz, mojándome porque me encanta. Quedamos los tres empapados y a mí me encantó.
Pero ayer pasó algo desagradable. No voy a entrar en detalles, diario. Pero me di cuenta de por qué Pablo no quiere que beba del inodoro.