UNA VIDA SIN UN PERRO, ES UN ERROR

"LA GRANDEZA DE UNA NACIÓN Y SU PROGRESO MORAL PUEDE SER JUZGADO POR LA FORMA EN QUE SUS ANIMALES SON TRATADOS."
Mahatma Gandhi

NO USES PIROTECNIA

NO USES PIROTECNIA
Por favor, no usen pirotecnia. Los "cuetes" nos asustan, nos hacen mucho mal a nuestros oídos, nos desorientan y son la causa de que muchos perros y gatos se pierdan entre diciembre y febrero. Lo mismo les ocurre a otros animales, como las aves. Pensá en nosotros y en los múltiples problemas que pueden causar los fuegos artificiales. NO USES PIROTECNIA. Gracias. PD: Ah... Ponele chapita con número de teléfono a tu perro. Para esta época hay muchos perros perdidos a causa de la pirotecnia, por favor, si ves alguno no sigas de largo, ayudalo a encontrar a su familia.

sábado, 28 de enero de 2012

Uf... al veterinario


Hola, diario. Qué fastidio me da ir al veterinario. Te juro que detesto a ese melenudo que se hace el bueno y te tortura mientras vos temblás como un lavarropas. Hace unos días que siento algo raro en la pancita. Pablo no se daba cuenta, pero tenía unos retorcijones impresionantes. No sé qué me habrá caído mal. Temo que puede haber sido ese festín que me di cuando abrí con los dientes las bolsas de basura de la puerta del supermercado chino, mientras Pablo hacía las compras. Era tan rico que, con pensarlo, se me va el dolor de panza. La cosa es que, me molestaba tanto la pancita que comencé a hacer pis en casa. Una o dos meaditas. No podía aguantarme. Los primeros días, Pablo me retó y me puso en penitencia. Pero como yo tengo una paciencia sin límites, esperé a que se de cuenta de lo que verdaderamente me pasaba. Es que los seres humanos son muy lerdos, diario.
Sumado a mi incontinencia, empecé a sentir decaimiento y me quedé horas en un rinconcito tranquilo de la casa. Ahí sí. Pablo se dio cuenta enseguida y se preocupó. Inmediatamente me llevó al veterinario. Horror. Con sólo pensarlo, el rabo se me mete entre las patas.
Al principio me tranquilicé cuando me di cuenta de que le explicó que piyaba en casa porque algo no andaba bien en mi organismo. Al fin alguien le explica que no soy un psicópata a quien le encanta verlo de rodillas limpiando el piso todos los días.
Pero acto seguido, el melenudo ese me subió a esa horrible, espantosa y tétrica camilla helada y comenzó a toquetearme por todos lados. Pero no me acariciaba, sino que me clavaba los dedos en la panza. No me gustó nada, pero me porté bien... unos segundos. Luego me metió un palito finito en el culo. Y después lo observó detenidamente, como si se moviera algo en él. No es la primera vez que me lo hace. Luego empezó a palparme en los costados del cuerpo. Ahí no me gustó nada y me puse a patalear. Me tuvieron que tener entre Pablo y Nelson para que pueda quedarme quieto. Ah... y no contento con eso, el muy turro del veterinario me cortó las uñas.
Igual, debo admitir que para algo deben servir los veterinarios porque pasás esa situación traumática, volvés a tu casa, te dan una pastillita espantosa, pero después todo en tu cuerpo parece comenzar a reacomodarse. Por eso, siempre que me llevan al veterinario, aunque asustado, furioso y traumado, acepto ir igual.
¿De la pancita? Mucho mejor. Ya casi ni me molesta y puedo hacer pis en la calle normalmente. Gracias.